Legalizar o no legalizar las drogas. Es un tema que tiene muchos matices y lo muestran como no es. Con el surgimiento del narcotráfico se dio una respuesta natural del Estado para enfrentarlo cumpliendo sus principales funciones para con la sociedad, brindar seguridad y el ejercicio de la ley.
Pero también emergió una corriente que pedía la legalización bajo una tésis absurda de que si se le quita el negocio a los «malos» se acabará el problema. Esto último no tiene ni pies, ni cabeza.
El narcotráfico fue creciendo y encontró en la política el medio para consolidarse, hacer cómplices a políticos de un delito garantizaría protección por parte de ellos, y estos políticos a su vez harían complicidades con policías, militares, rama judicial, etc. Se creció el problema, ¿cierto? Claro está, es muy diferente la red de complicidades que existe en un país productor, a la que existe en un país que es solo consumidor. En el primer caso estará raimundo y todo el mundo, y en el segundo sectores muy selectos.
Teniendo esto claro, ahora entendamos que estos narcotraficantes pasaron de ser simples cárteles a contar con la complicidad de grupos guerrilleros y terroristas. Y que estos últimos son los que hoy en día controlan el tráfico de la droga. Lógicamente con toda su red de complicidades dentro de los Estados, en unos más que en otros. O sea, el problema se nos creció en serio.
Narcoguerrilla FARC, ahora también en el Congreso de Colombia gracias al expresidente Álvaro Uribe y su negociación de la victoria del NO (Plebiscito).
Pero la solución no es la legalización del narcotráfico, sí, del narcotráfico, no de la marihuana, y aclaro esto porque cuando dicen «LEGALIZACIÓN» pareciera que solo se refirieran a la marihuana, y con esa legalización se incluye también a la cocaína, la heroína, el bazuco, las nuevas drogas chinas, y todos los narcóticos que conozcan en sus países. Entonces lo que tendría que enfrentar la sociedad con esta famosa legalización de las drogas no es cualquier cosa.
Lo más importante es que detrás de esta famosa legalización del narcotráfico no está la sociedad, no, están personas como George Soros, y la corriente libertaria (con excepciones).
Para abordar este tema debería ser requisito al menos lo siguiente:
1. Entender los diferentes contextos que se presentan en el mundo. No hay que caer en vanalidades como comparar la legalización de la marihuana en los países bajos con la realidad que se da en México, o Colombia. O la «legalización» en Portugal con las políticas de EE.UU.
2. Haber vivido en los sectores populares de los países productores y/o consumidores donde es fuerte el consumo y el tráfico, para entender en cierta medida la realidad de los precios y consecuencias del narcotráfico en una sociedad.
3. Conocer experiencias de vida de personas que están en el vicio y de las que han logrado salir de él. Ninguna, ninguna, le va a decir que si la droga hubiera sido legal no estarían ahí, por el contrario, es casi una afirmación escuchar que comenzaron con la «inocente» marihuana.
He ahí el peligro de la marihuana. Para muchos puede ser una anécdota, algo que gracias a una buena amistad, el amor de la familia, o los valores que se aprendieron desde niño no se llevó a mayores. Pero lamentablemente para otros es la forma de evadir por un momento la realidad, y si se agrega una mala amistad que le ofrezca después bazuco, heroína, o cocaína será como juntar al hambre con las ganas de comer.
No es lo mismo el narcotráfico y el licor. Es ridículo comparar el alcohol y la cocaína. Comparar la prohibición del alcohol en EE.UU y su posterior legalización es simplemente ridículo.
El alcohol genera unos efectos en el cuerpo humano ya conocidos, unas personas tienen más tolerancia que otras. Pero por lo general una persona lo conoce desde niño a través de su familia. Ya sea que en la familia no se consuma licor, donde al menos se le informará lo que pasa cuando se toma, o en la familia donde sí se consume y donde vemos que el padre o la madre le dice al niño que el alcohol es para los adultos, y cuando este va creciendo podrá o no tomar licor, y por lo general siempre se da en un ambiente controlado por la familia. Algo que sería impensable con algo como la cocaína, o el bazuco, toda la familia drogándose en frente de los niños, no, ¿cierto?, en una situación así los niños correrían peligro, como pasa lamentablemente en las familias que son consumidoras, los casos ya conocidos donde las autoridades deben quitarle a esas personas la custodia de los niños.
Entonces por favor hay que tener seriedad en este tema y no comparar peras con manzanas. Una cosa es el alcohol y otra muy diferente los narcóticos.
Lo curioso es que los que piden la legalización lo hacen como si estás drogas estuvieran listas en bodegas esperando para su comercialización legal. Y esto es lo más curioso del mundo, porque por lo general la corriente libertaria defiende el mercado, la concepción del mismo, pero en este caso piden que se meta el Estado, y que esté regule el tema ya sea directa o indirectamente. ¿Acaso hay productores privados «legales» esperando que se legalice el narcotráfico? No, ¿cierto? Los dueños del negocio son los grupos narcoterroristas.
Cártel de Sinaloa (México), ahora operando también en Colombia.
Pero eso no es todo, ¿las consecuencias de tener una sociedad que consuma cocaína, bazuco, o heroína sobre quién recaerán? ¿Sobre el Estado? ¿Pero acaso la corriente libertaria no busca menos participación del Estado? ¿El peso que recaería sobre los sistemas de salud quién los cubrirá?, ¿el Estado?, pero si el Estado somos todos, es decir, el Estado se financia vía impuestos, deuda pública e inflación, que al final siempre cubrimos los contribuyentes (personas que pagan impuestos). ¿Entonces a qué estamos jugando? ¿Si usted no consume drogas quiere que el Estado gaste sus impuestos en la seguridad, y salud física y mental de los consumidores de drogas, o que se invierta mejor en lo que estrictamente necesita el Estado para funcionar?
No faltará el despistado que diga: «No, pero es que cada persona/consumidor se paga su sistema de salud y de forma privada cubre las consecuencias de su decisión.» ¿En serio?, ¿ven la incongruencia? Es decir, para ellos el consumidor de narcóticos debe ser alguien que tenga un trabajo estable de tal forma que pueda cubrir su sistema de salud sin necesidad de la intervención del Estado, y que además se drogue de forma responsable para que no se afecte su desempeño laboral, ¡Genios!. ¿No es mejor que esta persona se tome unos tragos en su casa, o con sus amigos de vez en cuando y ya? ¿Por qué buscarle más pelos al gato, tan desocupados estamos como sociedad que tenemos que buscar hacer nuestras vidas más complicadas con la droga?
Y por favor no vengan con el cuento chino de los precios, que si se legaliza serían más baratas, sean serios, si entienden cómo funciona el mercado, y ahora un gramo de cocaína se consigue en Japón a 269 dólares, y en Colombia a 3 dólares, por qué un comerciante en su sano juicio vendería a menos de 269 dólares un gramo de cocaína en Japón. ¿La competencia? ¿en serio?, pero si los que manejan el narcotráfico son los grupos narcoterroristas qué les hace pensar que van a soltar la gallina de los huevos de oro tan fácil. Tendrían que estar muy metidos los Estados y ninguna sociedad seria querría eso.
Oigan, las drogas ya son legales solo que son muy costosas. ¿No las conocen? que bueno. Son la moda de las últimas décadas, son las que se pueden conseguir a través de fórmulas médicas. Estas drogas legales se están convirtiendo en la forma en la que la gente adinerada se aleja de la realidad. ¿Pero por qué? muy fácil, a diferencia de la cocaína, heroína o el bazuco, etc, estos medicamentos no generan una adicción tan inmediata, y sus efectos son más leves.
Y claro que se puede acabar con el narcotráfico. Un ejemplo, en Colombia gracias al Plan Colombia (Pastrana-Clinton 1.999) Estados Unidos financió la lucha contra el narcotráfico. Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional recibieron equipo y tecnología de última generación, entrenamiento, y fondos. Se pasó de los soldados sin chalecos antibalas y con gorra de tela, a soldados profesionales como se ven en las películas gringas, así de importante fue el Plan Colombia. Se recibieron helicópteros Black Hawk, aviones para fumigar cultivos ilícitos, etc, y se capacitó al personal para el manejo de estos recursos. Además en este Plan Colombia se planificó y financió el apoyo a Proyectos de sustitución de cultivos ilícitos en el campo, atención a la población desplazada, reintegración de excombatientes a la vida social, entre otros. Gracias al Plan Colombia y al contexto de la época, se pudo reducir las hectáreas de cultivos ilícitos. Aclaro esto especialmente para Colombia, porque muchos todavía creen que salieron del bolsillo del expresidente Uribe, el que promovió y defendió dos veces el indulto a la guerrilla del M-19, y negoció la victoria del NO en el plebiscito permitiendo y patrocinando la llegada del grupo terrorista FARC al Congreso del país.
Si analizamos toda la información notarán que es más factible enfrentar con el imperio de la Ley al narcotráfico y no promoverlo con su legalización -bloquear los insumos químicos, incautar el flujo de dinero, desmantelar las redes de distribución desde el origen, o lo más efectivo, la fumigación de los cultivos-. Lo que pasa es que lamentablemente el negocio de la droga ya tiene redes de complicidades muy sólidas en la política, y así será muy difícil enfrentarla. Solo nos queda como sociedad promover y proteger la figura de la familia, la cual provee de valores a los niños, los cuales son uno de los objetivos del narcotráfico. No a la legalización del narcotráfico.
Espero que esta información les sea muy útil.
Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar.